En el Paisley, diseño en forma de
gota, mango u hoja de origen persa, encontramos una suerte de prueba de lo que
fuera, por un lado la influencia de los territorios colonizados por Europa
(África, Asia, América) sobre ella, su efecto en el comercio, en los mercados,
en los productos, en la vida europea en general, como así también la
obliteración y deturpación de dichas culturas por parte de colonizadores, casas
comerciales, imperios y regencias…
Esta afirmación (en el presente
artículo) se sostiene por el propio derrotero y significado del diseño, que
encierra un simbolismo particular en las distintas culturas asiáticas por las
que ha transitado – cabe aclarar que es aún vigente- y que nada tiene que ver
con el nombre de una ciudad escocesa.
El origen y la influencia persa
en bordados indios ya han sido tratados en otros artículos (1); hoy vamos a
abocarnos a reseñarlos en uno de sus motivos más populares: el Boteh,
una palabra persa que significa “arbusto”, “matorral”, “zarza”, “hierba”
(algunos también lo interpretan como
“hoja de palmera”- y su brote de palma-, “racimo de hojas”, “botón floral”),
conocido, a su vez, en Azerbaiyán y en Kashmir como Buta (cuya palabra muchos
autores consideran derivación de la original persa, de dónde hoy en día ambos
designan al motivo en forma de lágrima u hoja). (2) En India, su nombre sánscrito
es “Mankolam” o “diseño de mango” en
dónde “man” es una palabra del Tamil que significa “mango” y “kolam” o
“rangoli” es una especie de pintura que se realiza con polvo de arroz. En
Telugu se lo conoce como “mamidi pindelu”, en Urdu, “kairi” y en Punjabi
“Ambi”. Todos estos términos se relacionan con el mango pequeño sin madurar y
refieren a un símbolo auspicioso asociado con la prosperidad (por ello las
novias los llevan en sus sarees).
Desarrollado primeramente en
Persia, las fuentes discrepan en sus orígenes: unas lo ubican en el período aqueménida
y otras en el sasánida, lo cierto es que se trata de un diseño estilizado que
representa el árbol de la vida (el ciprés) para el zoroastrismo. Su paso a
India se dio, como en el caso de los bordados, como consecuencia del período
mogol. Algunos historiadores, geógrafos e investigadores indican que fue el
sultán Zayn al-Aabedin, durante el primer tercio del S. XV, quién llevó los
diseños decorativos de Irán a India, en tanto otros consideran que fue el
emperador Akbar (1556-1605) quien lo introdujo y propició su desarrollo; en
ambos casos se trata de la región de
Kashmir. En ella se desarrolló su uso en
las ropas de las cortes, en tapices, alfombras y joyería. Los chales de seda o
fino algodón con buta eran muy empleados por los hombres para asistir a ceremonias
importantes.
Durante la primera mitad del S.
XVII, bajo el Imperio Británico, la British East Indian Company introdujo los
chales de Kashmir (junto con otros artículos que incluían diseños Buta) en
Europa. Causó tal furor que la demanda superó la oferta (alrededor
del 1800), y, al contrario que en India, los chales eran utilizados
por mujeres. Fue entonces que comenzó su desarrollo en telares locales
(Francia, Inglaterra, Holanda) para producir imitaciones de menor calidad y en
apenas dos colores, pero más accesibles
de adquirir. En 1805, la población de Paisley (norte de Escocia) se sumó
a la creciente industria de los chales y mantas y, para 1812, ya contaban con
la mano de obra más especializada (la cual reproducía los chales de Kashmir lo
más fidedignamente posible) y modificaron sus telares de modo de producir
chales, mantas y bufandas con varios colores de hilo. Esto supuso una
diferencia con las otras imitaciones y, a partir de ello, las mujeres
comenzaron a llamarlo –pedirlo- como “Paisley”, volviéndose recién entonces
sinónimo de “buta”, o sea: es recién en éste punto en dónde su nombre cambia,
en una suerte de adaptación occidental, denominando algo ignorado de manera
conocida. La demanda de éstas imitaciones comenzó a crecer por toda Bretaña. En
1820, el telar de Jacquard agilizó los términos de producción en detrimento de
la mano de obra. Para 1860, las fábricas de Paisley podían producir chales en
quince colores, sin embargo, éste número era aún menor -representando sólo un
cuarto- de los colores presentes en algunos chales de Kashmir, e imprimir los
diseños en la tela (en lugar de tejerlos); de todas formas, la East India
Company continuaba vendiendo los originales en Londres, los cuales eran
considerados sinónimo de status y de lujo. Si bien su auge continuó durante
todo el S. XIX (pasando a formar parte de prints en capas, chaquetas y dolmans),
en la segunda mitad del S. XX tuvo su gran vuelta con el hippismo. Los 60´y los
70´lo consolidaron cómo símbolo multicultural
, sus estampas se popularizaron en las prendas de las boutiques de Carnaby Street, las cuales
eran utilizadas por músicos y artistas. Tal vez haya sido éste aspecto el que lo
hace trascender también al mundo de la moda: Etro (casa que lo emplea en cada
temporada), Stella Mc Carthney, Balenciaga, Gucci, Dolce & Gabanna, Jill
Sander, DKNY son algunos ejemplos de su uso en el diseño de moda en el siglo
pasado y el presente.
Lo interesante e intenso de éste
motivo es la forma en que ha traspasado fronteras y culturas desde hace siglos
y cómo lo encontramos vigente no sólo en ropa, sino en accesorios, blanquería,
juguetes, joyería. La trascendencia parece ser su clave y su constante. Su
ubiciudad y permanencia se deben,
quizás, a ser un símbolo de eternidad.
María de la Cruz Rojo
Croix Asesoramiento de Imagen
Notas
(1)
Ver al respecto:
(2) Hay
quienes mencionan al Buta como una
representación del Yin y el Yang “a medias”. Aquí cabe una dosis de
empirismo: más allá de un relativamente moderno uso del motivo durante el S. X
en los trabajos de estuco de Nishapur (ciudad situada al noreste de Irán), no
hay otros ejemplos de base empírica que comprueben una conexión o uso del Buta
para representar el Ying y el Yang. Al respecto, seguimos la línea de K.E.
Eduljee en sus estudios sobre el Zoroastrismo (ver fuentes).
Fuentes
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