Tras las huellas de Medio Oriente.
No vamos a negarlo, Oriente, sus culturas y las formas en que ellas
plasman en su vestir, actúan como un imán para nuestra estructura estética. Y
no nos sorprendió, porque tenemos la mira puesta en su in crescendo año tras
año, la cantidad de diseñadores de Medio Oriente que han participado en ésta
ocasión en la semana de la Alta Costura, muy en contraste con otras situaciones
coyunturales a nivel global. Una de las causas es que su producción deslumbra, he
aquí un pequeño relato de los por qué.
Nuestro recorrido comienza el pasado
domingo 22 de Enero, con la presentación que realizó la Maison
del diseñador libanés Rabih Kayrouz, la cual contó con un par de
características distintivas: era la primer presentación de Kayrouz en una
edición Haute Couture, lo hizo, porsupuesto, en calidad de miembro invitado; fue
la presentación que dio inicio a ésta edición Haute Couture; no presentó una
colección de alta costura, sino una de las llamadas colecciones “Couture”, y no
se correspondió con una presentación de spring summer, sino que nos ofreció su
propuesta fall - winter 2017/2018. Que Kayrouz tiene una tremenda habilidad para
la confección de prendas que pueden calificar de alta costura emparentadas a
una sastrería perfecta, no es novedoso. A esto hay que añadir su facilidad para
el drapeado y el logro de prendas increíblemente fáciles de usar, atemporales y
que posibilitan gran libertad al cuerpo. Pero va más allá de eso. Solemos
mencionar que la participación de los diseñadores de medio oriente aporta un
plus a éste lado del mundo, porque siempre apuntan a una fusión ente culturas,
fusión en la que el barroquismo oriental con sus bordados opulentos y sobrecargados
siempre da el presente. Ahora bien, Kayrouz nos electriza porque ése no es su
caso. Si queremos hablar de un diseñador que aúna ambas culturas con precisión,
ése es Rabih Kayrouz: combina oriente y occidente en un mix de prendas
envolventes y cómodas con piezas más racionales y a medida del cuerpo. Y su colección
Fall Winter 2017 / 2018 no fue la excepción. La misma combinó típicas prendas
parisinas como el trench o las pea jackets con vestidos largos o túnicas. No
por ello dejamos de asistir a un universo suave y femenino, libre de
accesorios, con colores plenos, porque exceptuando aquellas piezas en que
aparecen franjas blancas y negras o en oro y blanco, se trató de prendas
monocromas, estudiadas para vestir la belleza de la mujer: abrigos amplios,
largos y cortos, vestidos largos, pantalones cortos, en una propuesta en la que
el refinamiento oriental está sugerido y no evidenciado.
El lunes 23 fue la presentación de
otro libanés: George Hobeika, cuya marca es una de las naves insignias de las
alfombras rojas. Se trató, al igual que en el caso de Kayrouz, de su primer participación
en el calendario Haute Couture y presentó una colección que quita el aliento en
cuanto a vestidos, conjuntos de dos piezas y bordados llamada “Divina
Asia”, inspirada en los creadores de mitos que colorean la antigua
civilización asiática. “Colorear” es un verbo que le queda muy bien a la
descripción. Se trató de una colección en la que las flores– ya sea en aplicaciones
florales en 3d o bordadas- y los vestidos –principalmente los vaporosos- son
absolutos protagonistas. Hay bastante presencia de tonos pasteles, lo cual le
da al trabajo de bordado un acabado más delicado, pero también se dio lugar a
colores más intensos, sin perder la delicadeza. Un capítulo aparte merecen los
accesorios: carteras, aros y uñas, con bordados de piedras y cristales.
El miércoles fue el turno de dos
favoritos: Elie Saab y Zuhair Murad, ambos libaneses.
La primera de ambas presentaciones
estuvo a cargo de Elie Saab. Su colección couture, llamada “El
nacimiento de la luz”, estuvo inspirada en el cine árabe-egipcio de
comienzos de 1900, su época dorada. A la vez, la combinó con la era dorada de
Hollywood, de mujeres fuertes y empoderadas. Se trató, por tanto, de una
colección deslumbrante con tejidos translúcidos majestuosamente bordados con
cuentas de oro o embellecidos con cristales en formaciones geométricas, o lentejuelas
dibujando palmeras, barcos y cursos de agua que representan al río Nilo. En
ésta ocasión hubo pocos escotes, se respetaron los hombros y se entalló el
torso, mientras que las faldas –infladas en las caderas- marcaban un bajo
voluminoso. La paleta es maravillosamente elegante: terrosos, blancos y una
paleta de azules (desde los celestes hasta los índigos) impactante. Los
accesorios también son protagonistas: exagerados collares y pendientes,
turbantes, diademas, anteojos de sol, todos actúan de manera decisiva en el
acabado de los outfits. Pareciera que Saab no se equivoca: ya sea en las
figuras, el color o la innegable elegancia. Año tras año nos ofrece colecciones
que quitan el aliento. Su última presentación en la semana de la alta costura es
una más de ellas.
Más tarde fue el turno de otro grande:
Zuhair
Murad, con una colección está inspirada en el famoso festival de fuegos
artificiales de la isla de Miyamina, Japón. La conjunción del escenario natural
más el del festival proporcionaron al diseñador infinitas posibilidades de
embellecimiento que capturó colores y efectos por igual. De ésta forma, Murad
transformó la pasarela en una playa desde la que contemplar los fuegos
artificiales bordados sobre el negro o azul profundo en vestidos de seda, cuyos colores referencian a la noche, lo mismo sucedió con la novia, en un tono beige con fuegos artificiales bordados en todo el vestido . Sobre telas orgánicas y vaporosas que imitaban el
vaivén de las olas, los cristales Swaroski dibujaban los rastros que dejan los
fuegos. Parte de las siluetas están tomadas de las prendas típicas de la
dinastía de la isla, lo cual quedaba evidenciado en las faldas amplias en satén
duchesse, con arco de gran tamaño y acentos en los volantes (que también
estaban destinados a evocar las olas) y otras pasadas mostraron una silueta 80´,
de hombros marcados y pronunciados escores en V. Advertimos en ambos casos, las
formas exageradas de las faldas. La paleta combinó tonos naturales e intensos,
destacando principalmente los rojos y – dentro de los rosas- el magenta. No
podemos predecir si es el empleo de ambas siluetas tan disímiles o los fuegos
artificiales bordados propiamente dicho, pero algo en la combinación de Murad
nos dice que veremos algunas de éstas piezas por las alfombras rojas de éste
año.
No fue acá dónde se agotaron las
presentaciones de diseñadores de Medio Oriente en ésta edición, de la cual
también participaron el
diseñador libanés-americano Rami Kadi, el libanés George Chakra, Ashi Studio
(del diseñador saudí Mahammed Ashi), y el sirio Rami Al Ali mostrando una toma de la Bastilla de glamour y sofisticación.
María de la Cruz Rojo
Croix Imagen
Fuentes
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